sábado, 21 de agosto de 2010

LA NACION

El 18-10-2010 el diario La Nación anuncia el fin de las entrevistas realizadas y publicadas bajo el título "Los intelectuales" iniciadas el 18 de agosto de 2003.
Me han interesado los argentinos merecedores del favor.
La lista es heterogénea y confunde. Dentro de ella hay personas con logros que me han encantado y otras que me parecen espantapájaros.
Me pregunto por qué han sido elegidos por un medio que no equivoca su proyecto, que mantiene desde su fundación.
Llaman la atención los que no existen para el artículo, Juan Gelman, Osvaldo Bayer, Dal Masetto, Mempo Giardinelli, Roberto Cossa, César Aira, que son a quienes rápidamente he recordado, olvidando o ignorando a otros y sin referirme a los científicos y diplomáticos, terrenos en los que mi ignorancia es mayor.
Entre los extranjeros no aparece Galeano, que para mí también es argentino.
A alguno de estos influyentes intelectuales a los que el diario recuerda, incluyendo su fotografía, en su anuncio de muerte, me permito preguntarles si se han sentido orgullosos por la publicación de la entrevista. Si conocen las advertencias de Jauretche.
Siempre hay que recordar la fábula de la rana y el alacrán. Pero como la Argentina es el País de lo imposible, se muere la rana pero el alacrán sobrevive.
El movimiento nacional y popular, en el que yo incluyo a varios de los entrevistados, nos ha enseñado que los intelectuales reconocidos "por los que mueven las palancas", han sido reconocidos porque han sido serviciales.
Todo esto nos crea ese fondo de incerteza y de angustia que anega a la clase media con el bombardeo político, ideológico, de la desinformación, de la opinión inducida, de la manipulación de la información.
Sin embargo, la desesperación es propia de las clases que perecen.
Como advirtió una reina, hay que temerles a los que nada tienen si tienen corazón.
En fin, toda cultura se inspira en el pueblo y en su ámbito geográfico. De otro modo, como lo ha hecho casi permanentemente la intelectualidad más visible de Buenos Aires, es adulterar el país.
Para sobrevivir es necesaria la unidad sin negar las diferencias, el pueblo debe reencontrarse en un abrazo fraterno y somos pueblo la gran mayoría que no participa en el banquete de la riqueza, nuestros intelectuales nos apoyan, nos sostienen, todos luchamos con las manos entrelazadas.
Por qué no, ALGUN DIA TODO CAMBIARA

domingo, 15 de agosto de 2010

CONFUSION

La mirada que reflejo en este espacio va a cambiar, no demasidado, porque siempre se trata de la persona que se presenta la primera vez, alguien común.

Tal vez, es una reflexión que llega tarde pero no deja de causarme confusión.

El pensamiento nacional y popular ha individualizado personajes y escenarios como a sus enemigos.

El interés de la mayoría del pueblo argentino no está ligado al de la Sociedad Rural, aunque alguno de sus dirigentes teatralice el derrame de alguna lágrima ante la pobreza de los otros.

Sin reclamar jamás una distribución más justa de la riqueza nacional.

Lo raro del caso es que al inaugurarse este año una nueva exposición, en el palco aparecen emisarios de entidades que alguna vez representaron al campo pobre. ¿ O ya no las hay ?
¿ O aquellos que antes enfrentaban a la vieja dirigencia agroexportadora se han quedado sin voz ?

También es raro, más raro, que en ese mismo palco aparezcan políticos paridos por nuestro único movimiento de masas populares.

Peronistas.

¿ Han olvidado sus orígenes ? ¿ Han olvidado sus verdades, aprendidas desde niños, sus raíces, su ideario ? Peor, han olvidado una enseñanza inolvidable de los viejos maestros: conocer al verdadero enemigo.

Por favor, releamos los libros que nos dejaron. Tienen plena vigencia.

Gracias a uno de ellos, Juan José Hernández Arregui he comprendido la manipulación de los controladores de la cultura y de la universidad con respecto al concepto de inteligencia, la exaltación del humanismo.

La Argentina necesita que la gente, tan corriente como yo, piense, identifique a quiénes están en contra de nuestro interés.

Recuerdo a Scalabrini Ortiz, es posible que no sepamos lo que queremos, sabemos lo que no queremos.